Parecieran ser tiempos de introspección, reflexión y acción. La situación particular que atraviesa gran parte del mundo con su población en casa, quienes tienen la fortuna de habitar una, permite estas instancias. En combinación con las redes sociales que por el contrario, aceleraron aún más su velocidad y precisión volviéndose cada vez más sofisticadas estamos en constante estimulación y contacto con información de la más variada que pueda existir. A menudo si entramos en esa clave de las redes sociales pareciera todo resumirse a una serie de acciones e interacciones que lejos de transformar la realidad de manera objetiva de mínima transforman la realidad en términos individuales. Es así que muchos debates comienzan a darse, enhorabuena, en el marco de la virtualidad.
Reconfiguración del lenguaje, repensar ciertas prácticas, y muchos tópicos rondan pero como suele pasar en Argentina, lamentablemente, cuesta dejar de rondar y profundizar en el núcleo de éstas cuestiones que tanto movilizan al movimiento Hip Hop, al público Hip Hop, a simpatizantes y acompañantes. RACISMO es la palabra que tanto cuesta mencionar. Se ronda la cuestión porque, como se habla poco, sucede que cada vez que tenemos que ponernos a hablar de racismo se genera un clima de primera vez en que se trata este tema.
Para quienes participamos hace tiempo del activismo negro y del movimiento Hip Hop la ronda es un clásico y somos quienes vamos al centro de la escena a compartir una vez más, movimiento y conocimiento, porque así debe ser.
Entonces, racismo, esa es la cuestión. Y en estos tiempos donde se buscan respuestas, vacunas, soluciones y salidas es importante saber que para el racismo no hay respuesta, vacuna, solución ó salida más efectiva que la formación. Como cualquier entramado estructural que se nos impone a través de las instituciones el racismo está arraigado y retratado en ideas, prácticas y relatos que tenemos que desaprender.
Como dijera Chuck D en FIGHT THE POWER: RAP, RAZA Y REALIDAD “El Hip Hop es una subcultura de la cultura negra” y, si bien es de lectura obligatoria para quien pueda, cualquier persona que desconozca el material pero forme parte del movimiento o se encuentre cercana a cualquier reproducción artística no dudaría de la conexión entre el Hip Hop y la comunidad afroestadounidense. Comunidad afroestadounidense que una vez más se encuentra movilizada y con un nivel de exposición en los medios de manera mundial como pocas veces, hecho que provocó en Argentina una rápida respuesta, tan rápida como poco profunda, de hablar de Black Lives Matter, compartir contenido relacionado a los asesinatos de público conocimiento y cuestionar determinadas prácticas en el plano nacional de personalidades pertenecientes al mainstream o incluso a los propios medios de comunicación.
ME LLAMO HIP HOP
Sin dudas el repensar, debatir, tener una mirada crítica para con nuestro alrededor, y reflexionar acerca de lo que hacemos, somos y nos sucede enriquece el panorama que teníamos y genera mejores plataformas en vistas a lo que viene.
Ahora bien, para que exista un debate tiene que haber más de una voz y, de mínima, las mismas herramientas para poder comprender aquello que cada quien tiene para decir y asegurarnos que ese mensaje pueda llegar a buen puerto.
Ahí es cuando entran en juego, entre otras cuestiones los privilegios, y es que algunas discusiones depende como se planteen pueden resultar obsoletas.
Mientras hay gente que encuentra en el Hip Hop una comunidad, un espacio de pertenencia, hay quienes sólo lo ven como un espacio de realización individual, reproducción cultural, una plaza laboral más y, por supuesto, no es un detalle menor. Ahí es, entonces, el momento de parar, de mirar alrededor y de ser consciente del lugar que se ocupa y se pretende ocupar.
Como consecuencia de la decisión de determinadas multinacionales de dejar de utilizar el término URBANO, este tópico se ha puesto en tela de juicio de manera masiva en la comunidad. Que no es correcto, que es peyorativo, ofensivo, racista y muchas cosas más se dicen, pero… ¿Por qué? ¿Es todo eso que dicen? ¿Es éso y más? ¿Se está exagerando? ¿Qué es? ¿Por qué señalarlo ahora? ¿Sólo cuando los sectores poderosos lo enuncian entra en discusión en nuestro país? ¿Qué dicen las voces que hablan del tema?
Bien, para comenzar y conectando con lo antes mencionado, los privilegios juegan un papel fundamental: queda a la vista que no fue sino hasta que estos sectores privilegiados y poderosos pusieron en la mesa el tópico, que comenzó a hablarse del tema de manera masiva. Y privilegiada es esa porción de gente que puede destinar su tiempo a discutir de esta cuestión cuando el racismo sigue cobrándose vidas negras aquí y allá.
Para un gran sector de la comunidad Hip Hop, la denominación urbano nunca fue aceptada y por lo tanto fue denunciado, en sintonía con el propio espíritu del movimiento. La respuesta fue, en algunos casos, recibida con una actitud repleta de fragilidad y, en otros, se tildó de “hater” la primer reflexión al respecto.
Históricamente la fragilidad como expresión de ese privilegio blanco fue una respuesta esperable, dar vuelta la discusión para, en definitiva, mantener todo igual. El sistema es blanco, blanco es una metáfora del poder.
El poder no entiende de vacíos y antes que perder política y económicamente al Hip Hop, opta por blanquearlo constantemente, lo vacía de contenido y lo vuelve un producto para el simple entretenimiento: una canción bonita pero que no cuestione lo establecido, o una coreografía, igual de bonita, que sostenga aquello que ya estereotipó en la canción. Bonito siempre fue sinónimo de blanco porque blanco es el poder, hegemónico, y pocas personas y cuerpos encarnan estas variables.
Hoy es urbano y mañana veremos qué nombre será el elegido. El Hip Hop no, seguirá siendo lo que es, un movimiento maduro, de más de 30 años acá en Argentina donde desde un primer momento echó raíces. En palabras de Crazy Waves “Uno planta la misma semilla en todos lados, en algunos la tierra es más fértil”. La discusión en torno a los términos pasará, los espacios de encuentro volverán a darse, artistas y todo tipo de proyectos e instituciones volverán a su ritmo habitual. La pregunta es ¿Qué posibilidades queremos y vamos a darle a esa semilla para que la lucha antirracista crezca a la par del compromiso con el Hip Hop?
“En una sociedad racista no basta con no ser racista, es necesario ser antirracista”, Angela Davis.
VOLVER A LOS FUNDAMENTOS
Hoy, con una sociedad en cuarentena, aquí y allá, con un Hip Hop que sin poder estar con la misma presencia de siempre en la calle, toma las redes como ese medio casi único para propagarse y mantenerse conectado en todo el mundo, se encuentra con discusiones que se dan casi en paralelo, aquí y allá. Aquí y allá, negro y blanco, resistencia y poder. La historia es la misma y resulta obvio ver cómo el poder siempre se reconfigura y toma la forma que necesita para mantenerse casi intacto.
Es nuestra responsabilidad y en nuestras manos está la tarea de seguir movilizándonos desde lo emocional en una primera instancia, y pasar a movernos en lo político, formándonos y organizándonos para decidir, como movimiento, de qué manera continuar, cómo construir. Volver a esos fundamentos siempre es necesario, por todo ello es que hoy estamos acá. El activismo, el Hip Hop y cualquier expresión de resistencia y transformación son parte de la historia negra en América. Historia que está plasmada en libros, entrevistas, música y cualquier otra forma que existiera antes de los hilos de twitter o las historias destacadas en instagram.
“Cuando empecemos a definir nuestra propia imagen, los clichés -es decir, las mentiras- que nuestros opresores inventaron empezarán en la comunidad blanca y terminarán en ella.” (Black Power, 1967).
Hip Hop fue el nombre de nosotrxs para nosotrxs, como la reconocida marca de ropa FUBU lo indicaría (For Us By Us / De Nosotrxs Para Nosotrxs). Y es que no hay mejor manera de pronunciarse que con la propia voz, sin traductores. Elegir cómo llamarnos fue y es algo propio de la diáspora afrodescendiente. Nos reapropiamos de los términos, continuamos un legado.
Este movimiento le dió a muchas personas posibilidades inmensas de refugio, encuentro, empoderamiento, reflexión, identificación y con todo ello también sanación. Es momento de plantearnos qué vamos a devolverle al Hip Hop, porque sólo tomar de él lo dejará vacío, nos dejará vacíos. Y el poder no entiende de vacíos, los llenará, sin nosotrxs.